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DIALOGO ENTRE LA DIVINA
MISERICORDIA Y EL ALMA PECADORA

dialogo misericordia

-  Jesús: "Alma pecadora, no tengas miedo de tu Salvador. Yo, primero me acerco a ti porque sé que por tí misma eres incapaz de elevarte hasta Mí. No huyas, hija, de tu Padre. Trata de hablar de tú a tú con tu Dios Misericordioso que desea decirte palabras de perdón y colmarte de sus gracias. ¡Oh cuán querida me es tu alma! Te tengo escrita sobre mis manos. Has quedado grabada en la herida profunda de mi Corazón".

-  El alma: "Señor, oigo tu voz que me invita a abandonar el mal camino, pero no tengo ni la fuerza ni el coraje".

-  Jesús: "Yo soy tu fuerza. Yo te daré la fuerza para la lucha".

-  El alma: "Señor, reconozco tu santidad y tengo miedo de Tí".

-  Jesús: ¿Por qué tienes miedo, hija mía, del Dios de la Misericordia? Mi santidad no me impide que sea misericordioso contigo, mira, oh alma, que para tí he instituido en la tierra un trono de misericordia, y ese trono es el tabernáculo y de este trono de Misericordia deseo bajar a tu corazón. Mira, no me he rodeado ni de un séquito ni de guardianes, puedes venir a Mí en cualquier momento, deseo hablar contigo en cada hora del día y deseo concederte mis gracias".

-  El alma: "Señor, temo que no me puedas perdonar un tan gran número de pecados, mi miseria me llena de terror".

-  Jesús: "Mi Misericordia es más grande que tus miserias y de aquellas del mundo entero ¿Quién ha medido mi bondad? Por ti he bajado del cielo a la tierra, por ti me he dejado poner en la cruz, por tí he permitido que fuera abierto con una lanza mi Sagrado Corazón y he abierto para ti mi fuente de Misericordia. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. No rechazaré jamás un corazón que se humilla, tu miseria será hundida en el abismo de mi Misericordia, ¿Por qué deberías cuestionar conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria, y yo te colmaré con le tesoros de mis gracias".

-  El alma: "Has ganado, oh Señor, con tu bondad mi corazón de piedra. He aquí, me acerco con confianza y humildad al tribunal de tu Misericordia, absuélveme Tú mismo por mano de tu representante Oh Señor, siento que ha descendido la gracia y a la paz a mi pobre alma. Siento que tu Misericordia, Señor, ha penetrado en mí de parte a parte. Me has perdonado más de cuanto yo me atrevía a esperar, más de cuanto era capaz de imaginar. Tu bondad ha superado todos mis deseos. Y ahora te invito a mi corazón, llena de gratitud por tantas gracias. Me he equivocado como el hijo pródigo andando fuera del camino pero Tú no has dejado de ser mi Padre. Multiplica en mí tu Misericordia, ya que ves cuán débil soy".

-  Jesús: "Hija mía, no hables más de tu miseria, porque yo no la recuerdo más. Escucha, hija mía, lo que deseo decirte: estréchate a mis heridas y saca de la Fuente de la Vida todo lo que tu corazón pueda desear. Bebe copiosamente de la Fuente de la Vida y no desfallecerás durante el viaje. Fija la mirada en el esplendor de mi Misericordia, y no temas a los enemigos de tu salvación. Glorifica mi Misericordia".

Se recuerda, finalmente, que el Sacramento de la Reconciliación es, juntamente con la Comunión, una condición indispensable para ser partícipe en la Fiesta de la Misericordia, de la gran promesa del completo perdón de la culpa y de la pena en el purgatorio debida a nuestros pecados. Es altamente significativo que la institución de este sacramento sea anunciado en el texto evangélico señalado para el primer domingo de Pascua, establecido por Jesús como Fiesta de su Misericordia (Jn 20, 19-31).


MI PREPARACIÓN
PARA LA SANTA COMUNIÓN

SOR MARÍA FAUSTINA
DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS DE LA
SANTA VIRGEN MARÍA DE LA MISERICORDIA

El momento más solemne de mi vida es siempre en el que recibo la Santa Comunión. La añoro y por cada una de ellas doy gracias a la Santísima Trinidad.

Los Ángeles -si pudiesen envidiarnos algo- nos envidiarían dos cosas: primero, poder recibir la Santa Comunión; segundo el sufrir.

1.  Hoy me preparo para tu llegada como la novia se dispone a rociar a su esposo. EL Gran Señor es mi Esposo. Los cielos no pueden abrazarlo. Los serafines que están más próximos a El cubren sus rostro y repitan sin cesar ¡Santo, Santo, Santo!

Este Gran Señor es mi Esposo. A Él le cantan los coros, ante EL se rinden los tronos, ante la luminosidad de su figura se apaga el sol. Y sin embargo este Gran Señor es mi Esposo. Corazón mío, aleja de ti este profundo pensamiento acerca de cómo le adoran los demás, porque no tienes tiempo para ello porque se acerca y ya se posa a tus puertas.

Salgo a su encuentro y le invito a la morada de mi corazón, humillándome profundamente, ante su Majestad. Pero el Señor me levanta del polvo y al ser mi Esposo, me invita a tomar asiento a su lado, para que le diga todo lo que pesa en mi corazón. Y yo, atrevida por su bondad, inclino mi sien sobre su pecho y se lo cuento todo. En primer lugar le digo lo que jamás diría a ningún otro ser. Y después hablo de las necesidades de la iglesia, de las almas de los pobres pecadores que tanto necesitan de su Misericordia. Pero el momento pasa rápidamente. Jesús, debo alejarme al exterior para acudir a los deberes que me están esperando. Jesús me dice que queda aún un rato para la despedida. Una profunda mirada mutua y aparentemente nos separamos pero nunca de hecho. Nuestros corazones están incesantemente unidos aunque exteriormente yo esté ocupada por distintas obligaciones. No obstante, la presencia de Jesús me sumerge continuamente en profundo recogimiento.

2.  Hoy mis preparativos para la llegada de Jesús son cortos pero llenos de un intenso afecto. Me atraviesa la presencia de Dios y enciende mi amor hacia EL. No hay palabra ninguna, sólo un entendimiento interior, me sumerjo toda en Dios a través del amor. El Señor se acerca a la morada de mi Corazón. Al recibir la Santa Comunión sólo estoy lo suficientemente consciente para llegar a mi reclinatorio. En ese mismo instante mi alma se sumerge totalmente en Dios y no sé lo que está pasando a mi alrededor. Dios me concede el conocimiento íntimo de su Ser Divino. Estos momentos son cortos pero muy penetrantes. El alma sale de la Capilla profundamente recogida y no es fácil distraerla. Entonces me parece que estoy tocando la tierra con un solo pie. Ningún sacrificio durante el día resulta difícil ni duro. Cada circunstancia produce un nuevo acto de amor.

3.  Hoy invito a Jesús a mi corazón, como se invita un amor. Tú eres el Amor mismo. EL cielo entero enciende con tu Amor y se llena de él. Mi alma, por tanto, te ansía tal como una flor exige el sol. Jesús acude rápidamente a mi corazón porque ves cómo la flor se empina hacia el sol; así mi corazón corre hacia Ti. Entreabro el cáliz de mi corazón para recibir Amor.

Cuando Jesús vino a mi corazón todo vibró de vida y de calor en mi alma. Jesús, retira mi amor del corazón y llénalo con el tuyo, amor cálido y radiante que sabe llevar el sacrificio y que es capaz de olvidarse totalmente de sí mismo.

Hoy mí día está marcado por el sacrificio...

4.  Hoy me estoy preparando para recibir al Rey, Que soy yo y qué eres Tú, Señor, Rey de la Gloria, Gloria inmortal Oh, corazón mío, ¿te das cuenta de quién viene a visitarte hoy? Sí, lo sé, pero extrañamente no puedo comprenderlo.Oh si fuera solamente un rey..., pero éste es el Rey de los reyes. El Señor de los señores. Ante El tiembla todo poder y autoridad. El hoy viene a mi corazón. Cuando oigo que se acerca salgo a encontrarle y le invito. Cuando entró en la morada de mi corazón mí alma se llenó de tal gran respeto que se desmayó cayendo a sus pies. Jesús tiende su mano y le permite benévolamente sentarse a su lado. La tranquiliza: "¿Ves? He abandonado el trono del cielo para unirme a tí. Lo que estás viendo es apenas un pequeño ejemplo y tu alma ya se desmaya de amor, ¿cuánto se asombraría tu corazón si me vieras en la plenitud de la Gloria? Quiero decirte, no obstante, que la vida eterna debe iniciarse ya aquí en la tierra a través de la Santa Comunión. Cada Comunión que recibas te hace más apta para convivir con Dios en toda la eternidad".

Así que, Rey mío, no te pido mucho aunque sé que me puedes dar todo. Te pido solamente: quédate como el Rey de mi corazón por los siglos de los siglos y eso me basta. Hoy renuevo la sumisión a mi Rey a través de la fidelidad a las inspiraciones interiores.

5.  Hoy no me esfuerzo en ninguna preparación especial. No sé pensar nada aunque siento mucho. Añoro el momento en que Dios venga a mi corazón. Me arrojo en sus brazos y le hablo de mi incapacidad y miseria. Derramo todo el dolor de mi corazón que no sabe amarle tal como lo deseo. Despierto en mí el acto de esperanza y amor y de ello vivo durante todo el día.

6.  Hoy mi preparación es corta una fe fuerte y viva casi desgarra la cortina de amor. Le presencia de Dios atraviesa el cristal. En el momento en que recibo a Dios todo mi ser está sumergido en EL. Me invade una sorpresa y admiración al ver que la gran Majestad de Dios se rebaja a mí que soy la miseria misma. De alma brota el agradecimiento por todas los gracias que me concede y en particular por la gracia de haberme llamado su exclusivo servicio sagrado.

7.  Hoy deseo unirme a Jesús en la Comunión más íntimamente posible, a través del amor. Deseo a Dios tan intensamente que me parece que no puedo esperar hasta el momento en que el capellán me entregue la Santa Comunión. Mi alma cae como en desmayo de añoranza por Dios. Al recibirlo en mi corazón se descorrió la cortina de la fe. Vi a Jesús quien me dijo: "Hija mía, tu constancia me compensa de la frialdad de muchas almas". Después de estas palabras me quedé sola, pero todo el día viví el acto de compensación.

8.  Hoy siento en mi alma el abismo de la miseria. Deseo acercarme a la Santa Comunión, fuente de Misericordia, y sumergirme toda en ese océano de amor.

Al recibir a Jesús, me arrojé hacia El como si me hubiese arrojado al abismo de la insondable Misericordia y cuanto más sentía que era la miseria misma tanto más aumentaba mi confianza hacia El.

En esta humillación permanecí todo el día.

9.  Hoy mi alma tiene el alma de un niño. Me uno a Dios como un niño a su Padre. Me siento en todo la hija de Dios.

Al recibir la Santa Comunión tenía un mayor conocimiento del Padre Celestial y su paternidad para con las almas.

Hoy vivo de la adoración de la Santísima Trinidad. Doy gracias a Dios que se haya dignado admitirnos por medio de la gracia, a ser hijos suyos.

10.  Hoy deseo transformarme toda en amor de Jesús y junto a Él ofrecerme al Padre Celestial.

Durante la Santa Misa ví a Jesús pequeñito dentro de cáliz y me dijo: "Tal como me ves en este cáliz así vivo en tu corazón"

Después de la Santa Comunión sentí en mi corazón los latidos del Corazón de Jesús. Aunque desde hace tiempo sé que los efectos de la Santa Comunión permanecen en mí hasta la siguiente, hoy todo el día adoro a Jesús en mí corazón pidiéndole que con su gracia proteja a los niños pequeños de mal que les amenaza. La viva presencia de Dios se deja notar también físicamente, perdura todo el día, pero no estorba en nada el cumplimiento de mis tareas.

11.  Hoy mí alma desea demostrar a Jesús su amor de un modo especial. Cuando el Señor entró en mi corazón me arrojé a sus pies como un capullo de rosa. Deseo que el aroma de mi amor se eleve continuamente a los pies de Tu trono. Ves Jesús, en este capullo de rosa está todo mi corazón pero no sólo en este momento arde de amor hacia Tí sino que durante el día te daré también las pruebas de mí amor a través de la fidelidad a la gracia de Dios.

Hoy, todas las dificultades y sufrimientos que encuentre los tomaré con avidez, como un capullo de rosa para arrojarlo a los pies de Jesús. No importa que la mano, o más bien el corazón, se cubra de sangre..

12.  Hoy mi alma está preparándose para la llegada del Salvador, quien es todo bondad y amor. Las tentaciones y distracciones me invaden y no me permiten prepararme para la venida del Señor y por eso tan fervientemente deseo recibirte, Señor, porque sé que cuando vengas a mí me liberarás de estos tormentos. Y si tu voluntad es que sufra, entonces fortaléceme para la lucha.

Jesús Salvador, que te has dignado venir a mi corazón, aleja de mi estas distracciones que me impiden hablar contigo.

Jesús me contestó:"Deseo que seas como un guerrero, entrenado en la lucha, que sabe dar órdenes a los demás en medio del estruendo de las balas. Igualmente, tú, hija mía, has de saber controlarte en medio de las dificultades más grandes. Que nada te aleje de Mí, ni siquiera tus caídas".

Hoy he estado luchando todo el día contra cierta dificultad que tú conoces, Jesús...

13.  Hoy mi corazón tiembla de alegría, deseo mucho que Jesús venga a mi corazón. Estoy llena de añoranza y mi corazón se enciende con un amor cada vez más fuerte.

Cuando vino Jesús me arrojé en sus brazos como un niño pequeño. Le conté mi alegría. Jesús escuchaba estas manifestaciones de mi amor. Cuando le pedí perdón por no haberme preparado para la Santa Comunión por haber estado pensando en compartir con El mi alegría, Jesús me contestó que la preparación más grata para EL era la que había recibido hoy de mi corazón. "Hoy de un modo particular bendigo esta tu alegría. Nada perturbará esta alegría hoy..-".

14.  Hoy mi alma está preparándose para recibir al Señor que lo puede todo, y quien puede hacerme perfecta y santa. Me preparé con sumo esmero para esta recepción pero se me presentó la dificultad de cómo presentarla. La rechacé enseguida y decidí presentársela tal como me lo dictara mi corazón.

Cuando recibí a Jesús en la Santa Comunión mi corazón con toda fuerza exclamó: "Jesús, transfórmame en una segunda hostia. Deseo ser una hostia viva para Tí. Tú eres un Señor grande y todopoderoso. Tú puedes hacerme esta gracia y me contestó el Señor: "Eres una hostia viva, grata al Padre Celestial, pero has de meditar qué es una hostia, ¿es una ofrenda entonces..?

Oh, Jesús mío, comprendo el significado de la Hostia y el significado de la ofrenda. Deseo ser ante Tu Majestad una hostia viva, es decir, una ofrenda viva que arde todos los días en tu Gloria

Cuando empezaran a decaer mis fuerzas, la Santa Comunión me fortalecerá y me dará fuerzas nuevas. De veras, temo el día en que no reciba la Santa Comunión. Es una fuerza extraña, la que toma mi alma de la Santa Comunión.

¡Oh Hostia viva, luz de mi alma!

15.  Hoy mí alma está preparándose para la Santa Comunión como para un banquete de bodas, en que todos los participantes se destacan por su inexpresable belleza. Y yo también estoy invitada a la recepción pero no veo en mí esta belleza sino un abismo de miseria. Y ya que me siento indigna de sentarme a la mesa entonces me desfilaré por debajo de la mesa y a los pies de Jesús mendigaré las migas que caigan. Al conocer tu Misericordia me acerco a TI porque mí miseria se acabará antes que se agote la compasión de tu Corazón. Por eso en el día de hoy voy a despertar la confianza en la Divina Misericordia.

16.  Hoy me rodea la Majestad Divina, No sé ayudarme de ningún modo para prepararme mejor. Me siento dominada por Dios. Mi alma se inflama con su amor. Sé solamente que amo y que soy amada. Esto me basta. Procuro ser fiel al Espíritu Santo durante el día y satisfacer sus exigencias. Procuro conseguir un silencio interior para oír su voz...


DESPUÉS DE LA SANTA COMUNIÓN

DIALOGO DEL ALMA CON JESÚS

Hoy después de la Santa Comunión, Jesús me ha dicho cuánto desea ir a los corazones de los hombres:

"Deseo unirme con las almas humanas, mi delicia es unirme con las almas. Has de saber, hija mía, que cuando en la Santa Comunión voy a un corazón humano, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo donarlas al alma, pero las almas no me prestan ni siquiera atención. Me dejan solo y se ocupan de otras cosas. ¡Oh que triste es para Mí que las almas no conozcan el Amor! Se comportan conmigo como una cosa inerte".

He contestado a Jesús: "Oh tesoro de mí corazón, único objeto de mi corazón y completa delicia de mi alma, deseo adorarte en mi corazón como eres adorado en el trono de tu Gloria eterna. (D 29)

"Oh Señor mío que conoces cada latido de mi corazón. Tú sabes cuán ardientemente deseo que todos los corazones latan exclusivamente por TI, a fin de que cada alma alabe la grandeza de tu Misericordia".

Jesús: "Mi amada hija, delicia de mi corazón tu conversión es para mí más placentera y agradable que el canto de los Ángeles. Para tí están abiertos todos los tesoros de mi Corazón. Toma de este Corazón todo lo que sirve para ti y para mundo entero. Por tu amor retiro los justos castigos que la humanidad había merecido. Un solo acto de puro amor hacia Mí, me agrada más que miles de himnos de almas imperfectas. Un solo suspiro de tu amor me recompensa de tantos insultos con los cuales me cubren los impíos, la más pequeña acción tuya, es decir un acto de virtud, adquiere ante mis ojos un valor inmenso, y esto por el gran amor que tienes por Mí. En un alma que vive exclusivamente de mi amor, yo reino como en el cielo. Mis ojos velan sobre ella día y noche y encuentro en ella mi complacencia y mi oído está atento a sus súplicas y al más pequeño temblor de su corazón y muchas veces me adelanto a sus ruegos. Oh hija, por Mí particularmente amada, pupila de mis ojos, descansa un momento junto a mi Corazón y saborea aquel Amor del cual te regocijarás por toda la eternidad. Pero, hija, aún no estás en la Patria, así que ve fortalecida por mi gracia y combate por mi reino en las almas humanas, y combate como hija de Rey y recuerda que pronto pasarán los días del destierro y con ellos la oportunidad de adquirir méritos para el Cielo. Hija mía, de tí espero un gran número de almas, que glorificarán mi Misericordia por toda la eternidad. Hija mía, para responder dignamente a mi llamada, recíbeme cada día en la Santa Comunión, ella te dará la fuerza".

Jesús, no me dejes sola en el sufrimiento. Tú sabes, Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de miseria, soy la nada misma. Por eso, ¿qué hay de extraño si me dejas sola y caigo? Soy como un recién nacido, Señor, no sé valerme por mí misma, pero a pesar de todo desamparo confío, aún en contraste con mis sentimientos, confío y me transformo toda en confianza a pesar a veces de lo que siento contrariamente dentro de mí. No aminores ninguno de mis sufrimientos, dame simplemente la fuerza para soportarlos. Haz de mí lo que te plazca, Señor, concédeme tan sólo la gracia de saber amarte en todo tiempo y circunstancia. Señor, no disminuyas el cáliz de la amargura, dame tan sólo fortaleza para beber hasta la última gota. (D. 97)

Una vez tenía un gran deseo de acercarme a la Santa Comunión, pero tenia cierta duda y no me acerqué. Por este motivo sufrí terriblemente. Me parecía que el corazón se me despedazaba del dolor. Cuando me dediqué a mis tareas con el corazón lleno de amargura Jesús apareció repentinamente a mi lado y me dijo:

"Hija mía, no dejes la Santa Comunión, si no estás bien consciente de haber caído grávemente. Fuera de esto no te detenga ninguna duda de unirte a Mí, en mi misterio de amor. Tus pequeños defectos desaparecerán en mi Amor, como una pajita arrojada en un gran incendio. Has de saber esto, que me entristeces mucho cuando dejas de recibirme en la Santa Comunión". (D. 74)


LETANÍAS EUCARISTICAS

Oh Hostia Santa, en la que está encerrado el testamento de la Divina Misericordia para nosotros y especialmente para los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, que guardas el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús, como demostración de la infinita Misericordia hacia nosotros pero, especialmente a los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, que guardas la vida eterna y la infinita Misericordia donada en abundancia a nosotros, pero, especialmente a los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, en la que está la misericordia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo hacia nosotros, pero especialmente hacia los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, en la que está encerrado el precio infinito de la Misericordia, que resarcirá todas nuestras deudas, pero especialmente las de los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, fuente de Agua Viva que brota de la Misericordia infinita para nosotros, pero especialmente para los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, en la que está encerrado el fuego del amor más puro, que arde del seno del Eterno Padre, como de un abismo de Misericordia infinita por nosotros, pero especialmente por los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, en la que está guardado el remedio para todas nuestras debilidades, que mana de la Misericordia infinita como de una fuente, por nosotros y especialmente por los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, vínculo de unión entre Dios y nosotros, gracias a la infinita Misericordia por nosotros y especialmente por los pobres pecadores.

Oh Hostia Santa, que encierra todos los sentimientos del Corazón dulcísimo de Jesús hacia nosotros y especialmente por los pobres pecadores,

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en todos los sufrimientos y contrariedades de la vida.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en medio de las tinieblas y las tormentas interiores y exteriores.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en la vida en la hora de la muerte.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en medio de los fracasos y en el abismo de la desesperación.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en las mentiras y las traiciones.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en medio de las tinieblas y las iniquidades que sumergen la tierra.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en medio de la nostalgia y el dolor por el cual nadie nos comprende.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en las fatigas y la vida gris de todos los días.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza cuando nuestras aspiraciones y nuestras fatigas se esfuman.

Oh Hostia Santa, nuestra única esperanza en medio de los golpes de los enemigos y los ataques del infierno.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando las dificultades de la vida excedan mis fuerzas y esfuerzos resulten inútiles.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando las tormentas perturben mi corazón y mi espíritu aterrorizado comience a doblarse hacia la duda que corroe.

Oh Hostia Santa, confiare en Ti cuando mi corazón comience a temblar y un sudor mortal me bañe la frente.

Oh Hostia Santa, confiare en Tí cuando todo se vuelva en mi contra y la negra desesperación se insinúe en mi alma.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando mi vista se apague para todo lo que es terrenal, y mi espíritu vea por primera vez mundos desconocidos.

Oh Hostia Santa, confíale en Tí cuando mis obligaciones estén por encima de mis fuerzas y el fracaso sea para mí el destino habitual.

Oh Hostia Santa, confiaré en ti cuando el cumplimiento de las virtudes me parezca difícil y mi naturaleza se revele.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando los golpes de los enemigos sean dirigidos en mi contra.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando mis fatigas y mis esfuerzos no sean reconocidos por la gente.

Oh Hostia Santa, confiaré en Ti cuando tu juicio resuene sobre mí, en aquel momento confiaré en el océano de tu Misericordia.

Oh Santísima Trinidad, confio en tu infinita Misericordia, Dios es mi Padre, entonces yo, como su hija, tengo todo derecho sobre su Corazón Divino y cuanto más grandes sean las tinieblas, tanto más decidida debe ser mi confianza.

No alcanzo a comprender cómo se puede no tener confianza en Aquel que todo lo puede. Con El todo, sin EL nada.

El, el Señor, no permitirá ni dejará que queden confundidos aquéllos que han puesto en El toda su confianza.

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